Ayer, domingo se celebró el día del Buen Pastor, como reflexión un texto de Lope de Vega.
Pastor, que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño, Tú me hiciste cayado de ese leño en que tiendes tus brazos poderosos. Vuelve los ojos a mi fe, piadosos, pues te confieso por mi amor y dueño y la palabra de seguir empeño tus dulces silbos y tus pies hermosos. ¡Oye, Pastor, que por amores mueres! No te espante el rigor de mis pecados. Pues tan amigo de rendidos eres, espera, pues, y escucha mis pecados. Pero, ¿cómo te digo que me esperes si estás, para esperar, los pies clavados?
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