10 abril 2012
¡Felices Pascuas de Resurrección del Señor! Sabíamos que la Cuaresma no era un fin en si misma sino un medio para prepararnos espiritualmente a celebrar la Resurrección del Señor que afirma nuestra fe, fortalece nuestra esperanza y anima nuestra caridad.
Hemos vivido con intensidad espiritual y religiosa estos días de Semana Santa. Ahora no podemos caer en el riesgo de la pasividad e indiferencia por lo que se refiere a la presencia del Resucitado en nuestra existencia. Seguimos sintiendo la necesidad de dar a nuestra vida un sentido trascendente. No podemos seguir buscando a Cristo entre los muertos porque Él ha resucitado, vive y está entre nosotros. Descubrir esta presencia nos ayuda a hacer una lectura creyente de la realidad concreta en que vivimos.
Todo es posible al que cree que la vida ha vencido a la muerte, el amor al odio, la verdad a la mentira, el bien al mal. Estas claves hemos de tenerlas muy presentes para construir un nuevo estilo de vida en la que la contemplación del rostro resucitado de Cristo nos impulse a tomar conciencia de la dignidad de la persona humana que ha de ser el referente para nuestras actuaciones en el campo social, cultural, económico y religioso.
Cada uno de nosotros ha de hacerse eco del mensaje de Pascua. Es claro que la transformación de la sociedad que deseamos, comienza por la transformación de uno mismo, renunciando a lamentaciones, descartando el culpar a los demás, y partiendo de la realidad concreta para ir modelándola conforme al plan de Dios manifestado en Cristo. Es verdad que el hombre puede construir la sociedad sin Dios pero la construirá contra el hombre.
La tristeza y la desilusión que se perciben en nuestra sociedad, parecen haber olvidado la sencillez del corazón y la espiritualidad esencial del hombre y están siendo la causa de la falta de esperanza y de felicidad. Bien es verdad que para ser felices el camino más fácil es hacer felices a los demás, viviendo cada día como si fuera el último de nuestra vida, sabiendo que el amor puede ser infinito cuando se ofrece, dejando de enredarnos con los medios para orientarnos hacia los fines, y descubriendo lo mejor en los demás para poder encontrar lo mejor en nosotros.
¡Felices Pascuas de Resurrección!
Hemos vivido con intensidad espiritual y religiosa estos días de Semana Santa. Ahora no podemos caer en el riesgo de la pasividad e indiferencia por lo que se refiere a la presencia del Resucitado en nuestra existencia. Seguimos sintiendo la necesidad de dar a nuestra vida un sentido trascendente. No podemos seguir buscando a Cristo entre los muertos porque Él ha resucitado, vive y está entre nosotros. Descubrir esta presencia nos ayuda a hacer una lectura creyente de la realidad concreta en que vivimos.
Todo es posible al que cree que la vida ha vencido a la muerte, el amor al odio, la verdad a la mentira, el bien al mal. Estas claves hemos de tenerlas muy presentes para construir un nuevo estilo de vida en la que la contemplación del rostro resucitado de Cristo nos impulse a tomar conciencia de la dignidad de la persona humana que ha de ser el referente para nuestras actuaciones en el campo social, cultural, económico y religioso.
Cada uno de nosotros ha de hacerse eco del mensaje de Pascua. Es claro que la transformación de la sociedad que deseamos, comienza por la transformación de uno mismo, renunciando a lamentaciones, descartando el culpar a los demás, y partiendo de la realidad concreta para ir modelándola conforme al plan de Dios manifestado en Cristo. Es verdad que el hombre puede construir la sociedad sin Dios pero la construirá contra el hombre.
La tristeza y la desilusión que se perciben en nuestra sociedad, parecen haber olvidado la sencillez del corazón y la espiritualidad esencial del hombre y están siendo la causa de la falta de esperanza y de felicidad. Bien es verdad que para ser felices el camino más fácil es hacer felices a los demás, viviendo cada día como si fuera el último de nuestra vida, sabiendo que el amor puede ser infinito cuando se ofrece, dejando de enredarnos con los medios para orientarnos hacia los fines, y descubriendo lo mejor en los demás para poder encontrar lo mejor en nosotros.
¡Felices Pascuas de Resurrección!
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela
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