miércoles, 23 de mayo de 2012

Pentecostés













La palabra Pentecostés viene del griego y significa el día quincuagésimo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas (Ex 34,22), esta fiesta en un principio fue agrícola, pero se convirtió después en recuerdo de la Alianza del Sinaí.
Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta. Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este día, teniendo presente el acontecimiento histórico de la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles (Cf. Hch 2). Gradualmente, se fue formando una fiesta, para la que se preparaban con ayuno y una vigilia solemne, algo parecido a la Pascua. Se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras del sacerdote; simboliza el fuego del Espíritu Santo.
Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio.
Pentecostés es fiesta pascual y fiesta del Espíritu Santo. La Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero se confirma con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los Apóstoles acaban de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él.

Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:
El Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.
La Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.
El Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
La Nube y la Luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para “cubrirla con su sombra”. En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.
El Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.
La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el “don del Espíritu”.
La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.

El próximo domingo...Pentecostés


martes, 22 de mayo de 2012

Formas de amar


Conversación entre dos bebés antes de nacer.


En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro: 
-¿Tú crees en la vida después del parto? 
-Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estamos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
-¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
-No lo sé, pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
-¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por dónde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
-Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
-Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y, a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.
-Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
-¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?
-¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
-¡Pues yo no creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto es lógico que no exista.
-Bueno, pero, a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir como acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella…

viernes, 18 de mayo de 2012

Silencio y palabra: camino de evangelización.

Con motivo de la Jornada Mundial de la Comunicación Social, que la Iglesia celebrará el 20 de mayo, Domingo de la Ascensión del Señor, el papa Benedicto XVI escribió un mensaje cuyo lema es: "Silencio y Palabra: camino de evangelización".
En el mensaje nos habla de la relación entre el silencio y la palabra: dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas.
En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. 
Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. 
Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de "ecosistema" que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos.
En nuestros días, la Red se está transformando cada vez más en el lugar de las preguntas y de las respuestas; a menudo el hombre contemporáneo es bombardeado por respuestas a interrogantes que nunca se ha planteado, y a necesidades que no siente. El silencio es precioso para favorecer el necesario discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos, para reconocer e identificar asimismo las preguntas verdaderamente importantes... las preguntas últimas de la existencia humana: ¿quién soy yo?, ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo esperar?  Hay que considerar con interés los diversos sitios, aplicaciones y redes sociales que pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios. "Necesitamos el silencio que se transforma en contemplación, que nos hace entrar en el silencio de Dios y así nos permite llegar al punto donde nace la Palabra, la Palabra redentora".... Si Dios habla al hombre también en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios.
Palabra y silencio. Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo.

martes, 15 de mayo de 2012

Mes de mayo, mes de María


Mes de mayo dedicado a la Virgen María

El amor, el homenaje y la veneración que se dan a la Virgen María se manifiestan con prácticas diversas que llamamos “devociones”. En el mes de mayo, el mes de las flores, dedicado tradicionalmente a la madre del Salvador, intensificamos estas devociones marianas. Se trata del afecto, la predilección y reverencia que tributamos por ser la obra maestra de la creación, la llena de gracia que, también, es madre nuestra. La devoción a María es una amorosa y confiada entrega a quien, por su excelsa dignidad y misión, sabemos nos ama y protege. Induce a testimoniar honor y gloria a quien es “orgullo de nuestra raza”. Desde siempre los cristianos se han sentido impulsados a un entrañable y filial amor a esta Madre. Y a una irresistible imitación de su virtudes. El Concilio Vaticano II nos describe la naturaleza y el fundamento del culto y devoción a la Santísima Virgen: “Por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial (Lumen Gentium, 66). Este “culto especial” consiste en la veneración, la invocación y la imitación.

viernes, 11 de mayo de 2012

Confesamos que Jesús ha resucitado y vive.


Confesamos que Jesús ha resucitado  y vive. 
Ésta es la gran noticia.
Es el paso de Dios por nuestra vida,
no lo vemos, ni palpamos,
pero sentimos que somos amados y lo amamos.
Creemos que no sólo ha resucitado,
sino que está resucitando
 en cada uno de nosotros.
¿Por qué no conseguir 
esas pequeñas resurrecciones
que son las que tenemos en nuestras manos ?
Ése es el gran milagro 
de nuestra condición humana,
que nosotros podemos “colaborar”
en esa resurrección.

Cristo sigue resucitando: 
Cada vez que nos queremos,
cada vez que abrimos y ofrecemos nuestras manos,
cada vez que compartimos con el otro,
cada vez que nos superamos,
 cada vez que perdonamos,
cada vez que cargamos con el prójimo,
cada vez que damos lo que tenemos
 y ofrecemos lo que somos,
cada vez que creamos y engendramos,
cada vez que rompemos ataduras,
cada vez que levantamos al caído y marginado,
cada vez que pacificamos,
 cada vez que sembramos alegría,
cada vez que cultivamos la esperanza,
cada vez que hacemos comunión, familia,
cada vez que nos hacemos como niños,
cada vez que en amor florecen nuestras manos,
cada vez que oramos en Espíritu
y en Espíritu gritamos.