domingo, 12 de junio de 2016

In memoriam


D. José Esmorís, sacerdote humilde, bueno y fiel.

El sentimiento de humildad es muy ambiguo; muchas veces es falta de criterio y, las más, ostentación indirecta." Estas palabras que la célebre escritora británica Jane Austen pone en boca de uno de los protagonistas más conocidos de su novela "Orgullo y prejuicio", refleja la notable dificultad que tiene el ser humano a la hora de adquirir esta virtud tan fundamental para la vida, la humildad. Una virtud que en los años de sacerdocio que llevo, más de treinta, sólo la he conocido en toda su autenticidad en la persona del sacerdote, al que una numerosa representación del clero compostelano despedíamos en la Catedral el pasado miércoles 18 a las seis de la tarde. Efectivamente, D. José Esmorís Cambón, nuestro antiguo Rector, poseyó esta rara virtud en toda su plenitud.
Esta auténtica humildad y una genuina generosidad de corazón hicieron de D. José un sacerdote, me atrevería a decir, únido; al menos para el que esto escribe, por la sencilla razón de que no he conocido a ningún otro como él. ¡Qué distintos éramos todos en aquel Seminario Mayor de finales de los años setenta y principios de los ochenta! y ¡cómo intentaba D. José acercarse a cada uno de nosotros y comprendernos! Una generosidad de corazón que muchos confundimos, erróneamente, con ingenuidad. Algunos, incluso, éramos la antítesis de aquel sacerdote bueno, humilde, generoso, dotado con una importante experiencia pastoral, y al que la inteligencia de D. Ángel Suquía nos lo puso como referente, al nombrarlo Rector del Seminario Mayor. Él, un sacerdote honesto, sencillo y bueno que sólo aspiraba a ser un buen párroco rural. Nadie más opuesto que él a esa calamidad que surge demasiadas veces también en la Historia de la Iglesia: la repugnante planta trepadora.
Jovial, sencillo y espontáneo. ¡Con que alegría nos enseñaba jugar al Tute y cómo vivía aquellas inolvidables partidas de a cuatro en la sala terminal! El tute y el Deportivo constituían las distraciones y, en algún momento, las humanas pasiones de D. José. Allá iban D. José, José Manuel y Avelino al Riazor y, en menor medida, al Balaidos para apoyar a un Deportivo, cuya derrota les hacia volver cariacontecidos y sufrir nuestras puyas e ironías.
¡Claro que sobre todo nos intentaba transmitir su extraordinario amor a Cristo y a su Iglesia! pero sin imposiciones y con una templanza, hija de un auténtico convencimiento, y una naturalidad que a estas alturas muchos las recordamos con viva emoción.
Por eso no puede resultar extraño que en torno a ochenta sacerdotes le manifestamos nuestra imperecedera gratitud, acudiendo a su funeral. Es cierto que hubo ausencias; pero, con todo, queda en pie la impresionante concurrencia de sacerdotes que espontáneamente nos acercamos a la Catedral de Santiago de Compostela para rendir nuestro homenaje al sacerdote humilde, bueno y fiel que fue D. José Esmoris Cambón.

Jesús Niño Sánchez-Guisande
Párroco de San Martín de Salcedo

Columna publicada en El Correo Gallego (26-5-2016) con motivo del fallecimiento del Canónigo D. José Esmoris Cambón.