lunes, 31 de diciembre de 2012



Que la  luz del Señor llene  de colores nuestros hogares y nuestras vidas en este nuevo año a punto de comenzar. 

lunes, 24 de diciembre de 2012

Feliz Navidad



Quise comprar un árbol en esta Navidad y me dije a mi mismo
¿ y por qué no eres tú mismo ese árbol?
Y en un momento me sentí árbol de Navidad.
De sus ramas colgaban infinidad de regalos.
Los regalos recibidos en tantos años de vida.
Y me di cuenta de que toda mi vida había sido un regalo.
Un regalo de Dios. Y un regalo de los hombres.
Mi misma vida ya era un regalo.
Tantas personas a las que he podido ayudar eran un regalo.
Tantas manos tendidas al que había tropezado,
¿qué eran si no regalos de la gracia y del amor?

Tantas palabras de compresión,
¿qué eran si no otros tantos regalos de la bondad del corazón?
Tantas vidas que han encontrado en mí una mano que les señalaba el camino,
¿no eran también ellas los regalos que Dios me hacía en mi caminar?
Tantas vidas que encontraron una palabra de consuelo en sus pesares
¿no eran también ellos regalos que engalanan la vida sin que uno se dé cuenta?
Tantos cariños que encontré en mi camino, ¿ no eran regalos que Dios me hacía?
Tantos corazones anónimos agradecidos, ¿ no son otros tantos regalos del corazón de Dios?
¿ Y tantas alegrías experimentadas en mi caminar por la vida?
¿Y tantos momentos de dolor y consuelo compartidos?
¿Tantas vidas compartidas como si fueran mi propia vida?
¿Y tantos días llenos en el servicio?

Regalos. Regalos de Dios, como pedazos de vida.
En esta Navidad no he comprado el árbol.
¿Para qué comprarlo si lo tenía en casa?
Para qué comprarlo si mi vida es el mejor árbol de Navidad.
Lo miro, y lo veo cargado de vida y de vidas.
Lo veo cargado de toda mi ya larga vida.
De la vida de Dios en mi.
¿No estarás tal vez tú mismo colgado en este árbol de mi vida?
No le pondré lucecitas intermitentes porque Dios alumbra en él.
Mi vida alumbra en él.  Y las vidas de mis hermanos son otras tantas luces encendidas.
Feliz Navidad a todos cuántos nos hemos ayudado unos a otros a ser más felices y mejores
y que todos seamos una nueva Navidad.

martes, 18 de diciembre de 2012

Carta de Dios en Adviento


Querido hijo:
He escuchado tu grito de Adviento.
Está delante de mí.
Tu grito, golpea continuamente a mi puerta.
Hoy quisiera hablar contigo para que repienses tu llamada.

Hoy te quiero decir:
¿Por qué Dios preguntas? ¿A qué Dios esperas?
¿Qué has salido a buscar y a ver en el desierto?
Escucha a tu Dios, mujer y hombre  de Adviento:
“No llames a la puerta de un dios que no existe,
de un dios que tú te imaginas…
Si esperas… ábrete a la sorpresa del Dios que viene
y no del dios que tú te haces…
Tú, hombre y mujer,  todos, tenéis siempre la misma tentación:
hacer un dios a vuestra imagen.
Yo os digo, yo Dios de vivos,
soy un Dios más allá de vuestras invenciones.

Vosotros salís a ver donde está Dios… Os dicen:
“aquí está” pero no lo veis, y os sentís desanimados
porque Dios no está donde os han dicho…
Y Dios está vivo. Pero vosotros no tenéis mentalidad de Reino:
no descubrís a Dios en lo sencillo.
Os parece que lo sencillo es demasiado poco para que allí esté Dios.
Sabedlo: Yo, el Señor Dios, estoy en lo sencillo y pequeño…
Hombre y mujer  de hoy y de siempre:
deja espacio a tu Dios dentro de tu corazón.
Sólo puedo nacer y crecer donde mi palabra es acogida.

Qué tranquilo te quedas, haciendo -lo que hay que hacer- porque -
haciendo las cosas de siempre- evitas la novedad del Evangelio.
Pero yo te digo que tu corazón queda cerrado,
y tus ojos incapaces de ver el camino por donde yo llego.
No te defiendas como haces siempre.
No te escondas bajo ritos vacíos.
Hombre y mujer, si me esperas, deja de hacerme tú el camino
y ponte en el camino que yo te señalo por boca de los profetas.
Abre el corazón a mi Palabra.
Yo, tu Dios, te hablo