«Hasta para un
chico sin Dios, a Dios le encuentro donde quiera». Cuando Vincent escribió
esta frase todavía era agnóstico. Hoy, ya católico después de su reciente
bautismo, recuerda para Alfa y Omega cómo fue su proceso de conversión. Al
echar la vista atrás, este treintañero australiano se da cuenta de cómo Dios
le ha ido acercando, poco a poco, a la fe
Lo primero que Vincent supo de la fe, con cuatro años de edad, es que
iría al infierno si no se bautizaba.
«Un profesor de
Religión me dijo que debía bautizarme si no quería ir al infierno así que
llegué a casa y le pedí el bautismo a mi madre», explica Vincent.
«Mi madre, que era agnóstica, me dijo para tranquilizarme: Claro que sí
hijo, te bautizaremos y ahí se quedó la cosa», continúa.
Su madre, siendo agnóstica, fue, sin darse cuenta, una de las primeras
persona en acercarle a Dios. «Era muy abierta, frente al
resto de sus hermanos y de sus padres, que eran ateos. Mi madre era mucho más
moderada en su posición. Ella no rechazaba la fe y eso fue un ejemplo muy
positivo en mi vida»........
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