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¡Y sin embargo es Dios!
Navidad: Jesús entre los hombres,
uno de tantos. ¡Y sin embargo es Dios! Lo mismo que su palabra: resuena con el
acento de las demás palabras humanas, y sin embargo contiene el Verbo, la
Palabra eterna que el Padre ha pronunciado al engendrar al Hijo.
La Palabra de Dios se ha hecho
visible y audible en un recién nacido. Así el diálogo entre Dios y la humanidad
ya no es sólo verbal, como cuando Dios hablaba por boca de Moisés o los
profetas; el coloquio se hace ahora existencial y vital. En Jesús la palabra de
Dios se hizo persona humana.
Cuando habla Jesús no hace
conocer “algo”: se dice a sí mismo. Sus palabras son sacramentos de la palabra,
del Verbo de Dios: lo contienen realmente y lo comunican, de modo que todo
hombre o mujer, a su vez, pueda entrar en comunión con él y vivir de su vida
divina. Es su misma vida la que habla, comenzando por su Nacimiento y, de una
manera total con su muerte y resurrección, pero esto serán otras Pascuas…
¡Feliz Navidad!
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